El 6 de agosto de 1945, Claude R. Eatherly cumple la orden de destruir el puente situado entre el cuartel general y la ciudad de Hiroshima. Un error de cálculo hace que la bomba caiga sobre la ciudad. De regreso a la base militar, el ?piloto de Hiroshima? promete dedicar su vida a la lucha contra las armas nucleares. La monstruosidad de lo sucedido marcará el resto de sus días: recluido en hospitales psiquiátricos, Eatherly anhela obtener su libertad para entregarse a la causa pacifista.
En 1959, el filósofo vienés Günther Anders inicia su correspondencia con él, convirtiendo su historia personal en el ?caso Eatherly?. Según Anders, Eatherly personifica la conciencia en un mundo que persuade al individuo de que no es responsable de las consecuencias de su acción. El mundo tecnificado nos implica en hechos cuyos efectos somos incapaces de representarnos. Esto hace que podamos ser inocentemente culpables como nunca antes. Eatherly es el ?predecesor? de todos nosotros. Pero lo que sobrepasa la conciencia, aquello que está más allá de sus límites, impone una labor de concienciación: en el ?No más Hiroshima? coinciden el verdugo, las víctimas y el intelectual.
EL PILOTO DE HIROSHIMA
AUTOR/A
ANDERS, GÜNTHER
Nacido en 1902, fue soldado en la Primera Guerra Mundial<BR>a los 16 años; alumno de Husserl y Heidegger, ya en 1928 es uno de los más audaces denunciadores del hitlerismo como producto del capitalismo alemán, y en 1933 debe marchar al exilio con su mujer, la filósofa Hannah Arendt (la autora de La banalidad del mal, Poder y violencia, Eichman en Jerusalén). En Estados Unidos trabajará como obrero en fábricas y allí experimentará<BR>el significado de la dependencia del hombre a la técnica. En 1950 regresa a Alemania donde seis años después publicará su obra fundamental: Lo anticuado del ser humano. Visita Auschwitz y dirá: "Si se me pregunta en qué día me avergoncé absolutamente, responderé: en esta tarde de verano cuando en Auschwitz estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes, mis zapatos, mi maleta. Y me sentí -ya que no había sido un preso en Auschwitz porque me había salvado por casualidad- sí, me sentí un desertor".<BR><BR>"No fue por su participación en el movimiento dada, ni tampoco<BR>por los dibujos del Rostro de la clase dominante (desde ahora puesto en un plano de igualdad con los Desastres de Goya<BR>o los dibujos de Daumier para la Cencerrada) por lo que Grosz fue conocido o renombrado en los mayores círculos extra-artísticos, sino por el escándalo que suscitó su obra Crucificado con máscara de gas."<BR><BR>(Günther Anders)