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Tras la crítica a la «cultura de la cancelación» se esconde un lamento hipócrita y conservador que busca preservar lugares de enunciación privilegiados, así como un eco de resignación. Al mismo tiempo, en el interior de los proyectos emancipatorios hemos observado que en los últimos años se ha apostado estratégicamente por este concepto. El resultado es nada menos que el delineamiento de la cultura, una atmósfera social que estructura nuestros comportamientos y deseos, fomentando una gramática política que configura la esfera pública y constituye los sujetos y las identidades políticas. Este ensayo se propone cuestionar los supuestos teóricos que se esconden tras esta agenda, presentándola como una narrativa simplificadora, una estrategia inocua y torpe para plantear las luchas plebeyas. Por último, contra la «cultura de la cancelación», el autor propone una «lógica hegemónica» que se torne dinámica social conflictiva y se convierta en fuerza constituyente.