El discurso no es sólo un mensaje destinado a ser descifrado, es también un producto que ponemos a disposición de los demás y cuyo valor se define en relación con otros productos, ya sean excepcionales o comunes. El efecto del mercado lingüístico, que se materializa en la timidez o el pánico escénico al hablar en público, se manifiesta en los intercambios más nimios de la vida cotidiana: valga como ejemplo los cambios de lengua que, en situaciones de bilingüismo, sin siquiera pensarlo, los locutores operan en función de las características sociales de su interlocutor. Además de instrumento de comunicación, la lengua es también un signo externo de riqueza y un instrumento de poder. La ciencia social debe intentar justificar lo que, bien pensado, no deja de ser un acto de magia: se puede actuar con palabras, órdenes o consignas. ¿La fuerza que despliegan las palabras procede de las propias palabras o de sus portavoces? Así pues, nos enfrentamos a lo que los escolásticos denominaban el misterio del ministerio, milagro de la transustanciación que reviste a la palabra del portavoz de una fuerza superior, que le otorga el grupo en el que la ejerce. Al pensar el lenguaje desde otro punto de vista, podemos abordar el campo por excelencia del poder simbólico, el de la política, lugar de la previsión como predicción que pretende producir su propia realización. Y comprender, en su economía específica, el debate regionalista o nacionalista, aparentemente alejado de la racionalidad económica. Pero también podemos desvelar la intención reprimida de algunos textos filosóficos, cuyo rigor aparente no es más que el rastro visible de la censura, especialmente rigurosa, del mercado al que están destinados.
AUTOR/A
BOURDIEU, PIERRE
Ha sido uno de los intelectuales más influyentes de Francia durante la última mitad del siglo XX. La variedad de las temáticas que estudió y el intento de llevar a la práctica la construcción interdisciplinaria de diversos objetos de estudio evidencian su capacidad para hacer coincidir su producción intelectual con los problemas más relevantes de la sociedad y, en especial, de los sectores dominados. Nació el 1° de agosto de 1930 en Denguin, en el suroeste de Francia. Realizó sus estudios en la École Normale Supérieure y en la Facultad de Letras de París. En 1981 fue designado Profesor Titular de Sociología en la institución más prestigiosa de su país, el Collège de France, cargo que desempeñó hasta su muerte, en enero de 2002.<BR><BR>Editorial S. XXI