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Hace unos años, por iniciativa de Clifford Geertz, la antropología volvió a trascender sus fronteras para buscar un intercambio con otros ámbitos de la actividad intelectual, no necesariamente científicos. Expansiones parecidas se habían manifestado pocas veces, al impulso de importantes giros e inflexiones en el pensamiento: con Malinowski, en la querella alrededor de Edipo, con Lévi-Strauss y el estructuralismo, acaso también con Margaret Mead. Hoy somos testigos de una circunstancia casi opuesta en la que una ciencia, hasta hace poco dotada de la seducción de lo exótico, se precipita en lo que ha dado en llamarse la condición posmoderna. Esta compilación documenta el surgimiento de una antropología cada vez más consciente de que los colapsos que anticipa la idea misma de posmodernidad involucran también su propia caída. No es sólo la antropología la que se encuentra ante la amenaza de un vacío interior. Habrá sin duda un arrastre en cadena, porque otros espacios del saber (el psicoanálisis, la crítica cultural, el feminismo) se habían acostumbrado a confiar en una ciencia a la que creían fuerte. Los textos polémicos que aquí se presentan se escalonan en una serie que comienza con el proyecto (premonitoriamente débil) de erigir una ciencia interpretativa; el tránsito a la antropología posmoderna parece inexorable. Se trata, para algunos, de los primeros pasos, hacia una honda transformación científica; para otros, en cambio, tenemos ante los ojos el testimonio de la muerte de una ciencia.