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PROGRAMA DEL CURSO
Juan Pedro García del Campo (Profesor de filosofía)
Montserrat Galcerán Huguet (Catedrática emérita de filosofía de la UCM)
Mario Espinosa Pino (Investigador y profesor de Filosofía)
Luis Rodríguez Centeno y Guillermo García Torres (Casa Invisible de Málaga)
María Reneses y Escuela de las Periferias (La Villana de Vallekas)
PRESENTACIÓN
Presentamos aquí un curso de filosofía política. Nuestra intención es pensar a partir de Baruch Spinoza (1632-1677) una cuestión central para la militancia política. ¿Dónde y cómo se produce el deseo de transformación radical del mundo?
El pensamiento de Spinoza contesta en buena medida esta pregunta. Tal y como argumentó Deleuze, Spinoza fue capaz de instaurar un nuevo marco político donde el poder de la conciencia no era ya el centro del gobierno del mundo. Con ella, tampoco lo era la moral, como modelo de dominio de la conciencia sobre las pasiones. Por este motivo, más allá de la conciencia y la moral, Spinoza inauguró una filosofía (y una política) del cuerpo y de la ética.
A partir de aquí Spinoza definió una ética del individuo y del deseo. Traducido en términos políticos, una filosofía de la alegría, la ambición y la potencia. Como señala Diego Tatián «Si el spinozismo como ética de la alegría y la felicidad en la lucidez y la acción tiene sentido, lo tiene con los ojos bien abiertos frente a la realidad de un mundo sumido en la aniquilación y el sometimiento
de hombres y mujeres, en deportaciones y en desapariciones de personas, pueblos y culturas, en el desprecio de los otros»
El problema que planteamos en este curso
Uno de los elementos políticos que nos plantea Spinoza, la política inmanente, profundamente materialista, nos remite a la construcción de la libertad en nuestro presente. Sin embargo, parece difícil desvinular ese horizonte de emancipación de las lógicas de construcción del ego en las que vivimos, donde todo parece atrapado por el individuo como hecho ontológico y su conciencia, su vida y su indentidad aislada.
Este encierro sobre el yo ha llevado a ventilarse buena parte de los debates políticos que nos rodean con cuestiones como los malestares individuales, el autocuidado, el encierro narcisista sobre la identidad fragmentada de cada quien. Así, la terapia parece haber sustituido a la política y el deseo se ha empezado a entender como el deseo propio y singular, como la búsqueda demandante de un entorno que no atienda las necesidades particulares en una especie de fosilización neurótica de la subjetividad. Pero ¿podemos abordar este dilema desde otro lugar?¿Cómo podemos construir una política emancipatoria que se organice en torno a otros presupuestos?
Spinoza responde de nuevo con enorme lucidez y alegría con una tesis definitiva, no existe la finitud o la división en el entendimiento del mundo material. El deseo y su construcción se producen en una infinita trama de afectaciones, en un mundo común. Pensar estos elementos será los fundamentales del curso, el individuo, su libertad, la construcción común del mundo, la lucha de clases y al dimensión multitudinaria del mundo.