LA REFORMA MILITAR DE AZAÑA

Imagen de cubierta: LA REFORMA MILITAR DE AZAÑA
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Editorial: 
Coleccion del libro: 
Idioma: 
Castellano
Número de páginas: 
248
Dimensiones: 240 mm × 170 mm × 0 mm
Fecha de publicación: 
2015
Materia: 
ISBN: 
978-84-9836-413-2

En los primeros treinta años del siglo XX, en España, raras veces ocupó un ministro la cartera de Guerra más de unos meses. Manuel Azaña, por el contrario, permaneció en el Palacio de Buenavista, sede del Ministerio, durante dos años y cinco meses, siendo también presidente del Consejo de Ministros la mayor parte de este tiempo.
Entre el 14 de abril de 1931 y el 12 de septiembre de 1933, fecha de su dimisión, Azaña decretó, y las Cortes Constituyentes de la Segunda República Española aprobaron, lo que fue la mayor y más profundamente meditada reforma de la época. Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo la sublevación militar que sumió a España en una guerra civil, poco quedaba de los otros caballos de batalla progresistas: la tenencia de la tierra y la separación de la Iglesia del Estado. La Reforma Agraria había sido desbordada por la apremiante sed de tierra de un campesinado propicio a la acción revolucionaria. Las órdenes religiosas seguían enseñando a pesar de la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, abandonada por los gobiernos radical-cedistas de 1934 y 1935. Pero la reforma militar de Azaña seguía en pie, con muy ligeros retoques añadidos por los ministros Diego Hidalgo y José María Gil-Robles. El 18 de julio de 1936, por lo menos en aquellas guarniciones donde triunfó la sublevación, era evidente que el Ejército constituía una fuerza coherente y bien ?o al menos decentemente? pertrechada. Si el relativo buen estado del Ejército se debía a las mejoras recientes efectuadas por Gil-Robles en 1935, creemos poder demostrar, no obstante, que la obra del jefe de la CEDA sólo pudo realizarse gracias a la labor de Manuel Azaña y no a pesar de ella.
La obra militar de Azaña ha sido tratada con hostilidad por los historiadores, y aun los resúmenes más someros de la historia contemporánea de España rara vez omiten decir de Azaña que trituró al Ejército, añadiendo a veces opiniones tópicas sobre sus motivos. Este trabajo, no obstante, no se ofrece como una defensa polémica de Azaña. Sólo busca definir la naturaleza del pensamiento militar de Azaña, y comentar su aplicación, sobre el fondo de las exigencias bélicas de España y el de las limitaciones impuestas por el nivel social, político y económico del país en aquella época. Además, ningún estudio sobre las reformas militares de Azaña puede evitar el examen a fondo de las críticas expertas contemporáneas. Sólo así puede entenderse lo que Azaña se proponía realizar.
La reforma de Azaña dejó honda huella en la mente de la oficialidad española. Para algunos, que aceptan todavía la versión heredada, Azaña sigue siendo el monstruo, sospechoso de invertido, que trituró al Ejército por razones puramente sectarias, dejando a España indefensa, a fin de prepararla para su entrega a la masonería y el bolchevismo. Pero otros reconocen que las tres tareas fundamentales acometidas por Azaña ?reducir el exceso de oficiales, adecuar el Ejército a las necesidades y posibilidades de España y despolitizarlo? siguen teniendo actualidad. Hoy día es notable el renacimiento del interés por lo que hizo Azaña en 1931-1933. En parte para contribuir a satisfacer este interés, se ha efectuado esta investigación.
Nos proponemos examinar en detalle las principales líneas de la reforma: el retiro voluntario de oficiales y suboficiales, la reforma orgánica del Ejército, la reforma del reclutamiento de la oficialidad, la creación del Arma de Aviación, el establecimiento del Cuerpo de Suboficiales y la separación del Ejército de esferas de la vida que en opinión de Azaña deberían de ser puramente civiles. Enfocamos la cuestión desde varios aspectos:
a) La reforma de Azaña se llevó a cabo dentro de un marco europeo de pensamiento militar, de modelos de organización y de opinión sobre la relación entre la sociedad y sus fuerzas militares. A una consideración de las reformas de Azaña debe proceder, por consiguiente, un estudio de las cuestiones militares de la época, incluyendo un breve examen de cómo se reflejaban en los principales ejércitos europeos y cómo se veían desde España.
b) Azaña no era ajeno a tales cuestiones militares. Al contrario, había examinado a fondo la cuestión militar como resultado de su estancia en Francia y sus visitas a los frentes durante la primera guerra mundial. Si los móviles que le impulsaron a reformar el Ejército eran «correctos» (palabra que tiene su carga de subjetivismo si se aplica a la política y al trabajo del historiador cuando considera esta política) es otra cuestión. Pero no puede decirse que Azaña y sus colaboradores emprendiesen la tarea sin estar preparados para ella. Un estudio de la reforma de Azaña debe considerar esta preparación en algún detalle.
c) Hacía más de cuarenta años que los ministros de la Restauración, comenzando por el general Cassola y pasando por López Domínguez, Luque, Marina, De la Cierva, Alcalá-Zamora y Primo de Rivera, se esforzaban por reformar las más obvias deficiencias del Ejército español. Azaña debe ser considerado como un hito en el camino. A continuación, Gil-Robles efectuó ciertos cambios. Después de la guerra de 1936-1939, los ministros de Franco se enfrentaron con los mismos problemas, modificados, n