Habitualmente, las pautas en la didáctica de una actividad lúdica vienen marcadas por una explicación y un material prediseñado, fabricado generalmente por los adultos. Frente a ello, los materiales ecológicos brindan la posibilidad de potenciar juegos y juguetes diseñados o construidos por los propios niños, con objetos cercanos y cotidianos, dando nueva vida a lo aparentemente inservible, lo cual añade nuevos valores educativos y posibilidades didácticas, no sólo por el material, sino también por el proceso. Reutilizar los objetos experimentando nuevas posibilidades, evidencia un gran valor ecológico, además de contribuir con "materia prima" no habitual que fomenta aplicaciones ludo-educativas novedosas no estandarizadas, lo que permite partir de un punto más homogéneo y no estar sujeto a reglas estereotipadas en su utilización, aumentando con ello la riqueza educativa.