Este es, quizá, el mejor libro que se haya escrito nunca sobre la guerra civil española. No hay otro que describa con tanto músculo, talento y precisión la inmediatez con la que en pleno desorden civil cualquier ciudadano se convierte de manera irreversible en víctima o en verdugo, en asesino o en cadáver. También es posible que sea el libro peor comprendido sobre aquellos años: ni uno solo de los crímenes confesados por Enrique Castro Delgado ha merecido atención alguna hasta ahora. Desvergonzado, sincero y bronco, su autor escribió unas páginas memorables del Madrid de su juventud y de la historia íntima del movimiento comunista en la capital, cuando la única ambición de aquellos hombres de la vieja guardia era hacer la revolución, sin comprender aún la necesidad de exterminar antes a todo quien se opusiera a su programa. En julio de 1936 se confirmó la definición que Miguel de Unamuno hizo de la guerra civil: la irrupción catártica de la intrahistoria en la historia. Las vanguardias obreras agitaron el magma intrahistórico español y el «pueblo» tomó las riendas de su destino.
AUTOR/A
CASTRO DELGADO, ENRIQUE
Enrique Castro Delgado (1907-1965). Madrileño. Obrero metalúrgico. Detenido varias veces durante la República y apalizado. En la guerra fue el responsable de la represión en Madrid durante los primeros meses. Primer comandante-jefe del 5º Regimiento de Milicias Populares, director de Reforma Agraria, Subcomisario General de Guerra. En 1939 se exilió en la U.R.S.S. Fue responsable de la emigración española en suelo ruso, secretario de José Díaz, dirigente máximo del P.C.E. y director de Radio España Independiente, La Pirenaica. Renegado del comunismo, marchó en 1945 a México junto a su mujer, Esperanza Abascal, y su cuñado Alejandro. Allí publicó sus dos libros de memorias, Mi fe se perdió en Moscú y Hombres made in Moscú, en el que confesó sus crímenes durante la República y la guerra. También dio a la imprenta recopilaciones de sus artículos en la prensa: S.O.S al mundo libre, Defendamos nuestra civilización amenazada y ¿Conoce a sus enemigos?: problemas de nuestro tiempo. Regresó a España con permiso de Franco y trabajó a las órdenes de Manuel Fraga en la Oficina de Enlace de su ministerio. Murió en Las Rozas.