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Este ensayo de Antonio Orihuela traza una cartografía del arte que ha intentado luchar o contraponer su narrativa contra el "Arte" oficial, burgués, despolitizado. Y la politización de la cultura necesita de la memoria. Todo movimiento contrahegemónico en el mundo del arte ha bebido del anterior, de sus aciertos y de sus errores, de sus éxitos y, ante todo, de sus fracasos. El arte de no hacer Arte es un texto profundamente político porque no disocia la estética de la ética ni la ética de la disputa pública por la narrativa. No es un catálogo de movimientos o de artistas, sino un recorrido con sentido por las disidencias artísticas, desde el primer Dadá hasta el artivismo más político de las calles de Latinoamérica.