El encuadre habitual del psicoanálisis es muy conocido. Una persona grande, tendida en un diván, dice supuestamente todo lo que se le ocurre a otro adulto, sentado en un sillón. Este otro adulto se guarda de responder a las preguntas, iniciar un diálogo o dar consejos. El analizante ha acudido a demandar un análisis a un analista. Sabe, o cree saber, en qué se mete. Cuando es un niño quien va al consultorio de un psicoanalista todo lo que funda ese encuadre parece estallar en pedazos. Ya no hay diván, ya no hay demanda explícita y a veces ya no hay siquiera sillón; sólo quedan el analista y un niño o una niña. Y pueden tenderse en el piso para jugar sobre la alfombra del consultorio. Ya no es una cosa de grandes. Sin embargo, sigue siendo una historia de psicoanálisis, de relación con el inconsciente. Con palabras simples y la presentación de casos precisos, Patrick Avrane nos muestra qué es el psicoanálisis con un niño, en qué aspectos es una psicoterapia y en qué otros se distingue de ella. Nos lleva al consultorio del psicoanalista pero también al hospital, al dispensario o la consulta pública. Nos explica las condiciones que permiten el inicio de un análisis y las que lo hacen imposible. Nos hace compartir la elaboración de la demanda, así como el encuentro con los padres o la elección de los juguetes de la sesión. Un profesional del psicoanálisis con niños nos expone aquí la invención constante de una técnica, con sus referencias necesarias a la teoría del inconsciente.
