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En la Energía espiritual, publicado en 1919, y que reúne conferencias que se inician con el siglo, se encontrará una primera intuición de Bergson que organiza todo su derrotero: es preciso sobrepasar los datos de lo real. Sin embargo, en las antípodas de un idealismo de tipo platónico, ese más allá no se hallará por encima de lo real, en arquetipos o formas ideales, siempre trascendentes, sino por debajo, en las profundidades del propio real, en su inmanente virtual.
A partir de esa primera intuición, Bergson muestra dicha duplicidad actuando en los más diversos fenómenos: la vida moral, intelectual, el recuerdo?
Pero también aparecerán en este libro experiencias como el sueño, las patologías de la memoria, el falso reconocimiento, incluso la telepatía.
Todo remite a esta energía espiritual, inhibida de manera constante en nuestra vida corriente pero siempre presente en lo que somos en tanto participamos en una emoción fundamental, en un impulso vital. En este sentido, lo que hay que explicar de la energía espiritual no es tanto por qué aparece a veces, cual fantasma, sino por qué no aparece siempre, ya que siempre está ahí.