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Supongan por un momento que ya no ven lo que usualmente ven cuando ven, que ya no tocan lo que usualmente tocan cuando tocan. Que los objetos que creían conocer se disuelven, que las palabras se funden entre sí, que todo lo que parecía tener una forma la pierde. Imaginen que las personan ?y su modo de existencia usual- se desdibujan, que pierden sus contornos, que se quedan sin piel que las sostenga. Este inmenso cuadro que se (des)pinta es el que nos presenta Bergson en Materia y memoria.
Como si la vida hubiera sido sometida e impulsada por un coeficiente de velocidad distinto al acostumbrado, un cambio de ritmo demoledor, que invade todos los seres y les restituye un movimiento que les viene de algún lado, no se sabe de dónde. Pero sucede que ?donde? ya no parece ser una experiencia del cuerpo y del alma. Volvernos a colocar en la duración pura cuyo derramamiento es continuo (?) continuidad realmente vivida pero artificialmente descompuesta para mayor comodidad del conocimiento usual. Tal parece ser la invitación en tono amable que nos cursa Henri Bergson en las páginas de Materia y memoria.
Jugar (coquetear con los dualismos). Disociar los mixtos mal planteados y sus malas conexiones para hallar las verdaderas articulaciones interiores-inmanentes de lo real. Percepción y memoria, materia y espíritu, cuerpo y alma. Hacer vibrar los términos para poder ver sus diferencias-conexiones (grado y naturaleza). Hacerlos vibrar al unísono. Este es el método de disección empleado en Materia y memoria.
Llamado a una coexistencia pacífica. No tirar la vida de uno por la borda. Es tan natural recomponer el marco de nuestro cuadro a cada paso, como atravesarlo. Es parte de la naturaleza incluso montar un museo. Convivencia y conveniencia. Invitación a suponer un método que coexista con ese otro ya supuesto y vivido. Intuición como método. ¿Qué es la intuición? Algo que no dice mucho, pero que despeja con laborioso rigor las condiciones de la experimentación, pues bajo su hipótesis no subsiste mucho, sólo el suelo del método. Experimentaciones en todos los campos (devastados). Es un llamado que quizás pueda leerse en el pensamiento de Bergson.
Y una relación posible con este libro: El arte del escritor consiste sobre todo en hacernos olvidar que él emplea palabras (,,,) las ondulaciones de su pensamiento se comunican al nuestro llevadas por la frase y entonces cada una de las palabras, tomadas individualmente, ya no cuenta: ya no hay nada más que ese sentido moviente que atraviesa las palabras, nada más que dos espíritus que parecen vibrar directamente, sin intermediario, al unísono.