Irma es una joven masoquista que vive en una sociedad donde está prohibido el dolor, una ciudad-estado en la que opera una suerte de dictadura tecnocrática que criminaliza cualquier atisbo de sufrimiento. Sin embargo, y al contrario de lo que sucede en el imaginario más común del género distópico, su relato no supone una fatal advertencia acerca de los peligros de la ciencia y de la tecnología. A través de la experimentación con los límites de su propio cuerpo, la protagonista suscita, en su lugar, una reflexión sobre el poder, el deseo, el cuerpo y la literatura en el interior de nuestros regímenes biopolíticos. Una novela heredera de obras emblemáticas del género, como Crash, y de clásicos decimonónicos como El jardín de los suplicios y La Venus de las pieles.