La historia del arte español ha estado marcada por el impacto de la guerra civil. El compromiso político generó una amplia producción artística que se ponía al servicio de la causa republicana. Estas obras, en su mayoría desconocidas y de reconocimiento tardío, han sido eclipsadas por la historia del Guernica y su configuración como icono y símbolo político. El presente estudio se propone revertir el discurso historiográfico y construir un relato ausente, democrático, que ponga al mismo nivel y trate de igual a igual estas obras. Es decir, el mural de Picasso frente a este legado artístico que identificamos como guernicas. El planteamiento principal es saber por qué no han tenido la misma trascendencia cuando, sin embargo, forman parte de un mismo capítulo histórico, cumplieron una misma labor propagandística y fueron realizadas partiendo de la misma fuente iconográfica, Goya. Asimismo, nos detenemos en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de 1937, un acontecimiento clave para establecer un punto de inflexión. Pues tras la clausura, mientras se asistía a la consagración del mito del Guernica, las obras del Pabellón se dieron por extraviadas y perdidas hasta su hallazgo en 1986. ¿Qué hubiera sido del Guernica si hubiese compartido el mismo destino? Asimismo, analizamos la triunfante llegada del mural a España en 1981, el alto impacto político y social que tuvo, reconociéndose unánimemente como "el regreso del último exiliado". Sin embargo, nos preguntamos si realmente tiene la condición de exiliado. Pues, en cambio, sorprende que el arte que sí la tuvo, aquel procedente de los campos de concentración y la diáspora, no tuviera impacto ni tal consideración.