Jamás un libro había sido, hasta este punto, el espacio mismo de su propia Ley.
!Soberana gravedad de LA SENTENCIA DE MUERTE!
La implacable sentencia, el infalible decreto se abate, como una cuchilla, sobre cada una de sus páginas y, una vez al menos, de la manera más evidente, no para separar en dos partes casi iguales el relato, sino, por el contrario, para marcar con el corte el tránsito de una a otra, de la vida a la muerte, a fin de confundirlas a continuación. En adelante, habrá que considerar aquello que se ha escrito antes de la sentencia, temiéndola y, sin embargo, girando arrebatadamente en torno a ella, y aquello que se ha escrito después -¿o tal vez al mismo tiempo?- aceptándola, sufriéndola o, mejor aún, aplicándola. A imagen y semejanza quizás de esa profunda cuchillada", abierta en la palma de J. "... y si esta línea se llama realmente línea de la felicidad, debo decir que su aspecto volvía trágica esta felicidad". La ley es la mirada de la muerte.
Tres personajes -una misma e irrefrenable pasión- van a vivir y morir a causa de la humanidad infinita y de la glacial crueldad de esa mirada; rodeados de algunos testigos ocasionales, garantes de la plausibilidad de la historia, van a vivir la muerte del otro y morir de su propia muerte. Ley del universo y del libro.
"Lo que sucedió había sucedido hace tiempo". ¿Qué clase de lenguaje de la muerte es este que no es el silencio? "Lo extraordinario da comienzo en el momento en que yo termino"." Edmond Jabès
LA SENTENCIA DE MUERTE
AUTOR/A
BLANCHOT, MAURICE
Maurice Blanchot, novelista y crítico, nació en 1907. Su vida está enteramente consagrada a la literatura y al silencio que le es propio. Estas dos escuetas frases han acompañado durante años las ediciones francesas de algunos de los libros de Blanchot. Se podría añadir ahora la fecha de su muerte: febrero de 2003. Nacido en Quain, una grave enfermedad sufrida al final de la adolescencia le dejará secuelas para el resto de sus días y acaso marcará su carácter frugal y retirado. En la Universidad de Estrasburgo leerá a Husserl y a Heidegger en compañía de Emmanuel Levinas, a quien desde entonces le unirá una íntima amistad. Vinculado durante su juventud a publicaciones ultranacionalistas de derechas, donde verán la luz algunos de sus primeros artículos, conoce en 1940 a Georges Bataille, con quien compartirá «el reconocimiento de una común extrañeza» y cuya influencia será decisiva para el decurso futuro de su obra y su orientación política radical de izquierdas. Al tiempo de la publicación de sus primeros relatos y novelas (Thomas el Oscuro, Aminadab), a finales de los años cuarenta, Blanchot inicia una intensa actividad como crítico literario, textos que irá reuniendo en sucesivos volúmenes: Falsos pasos (1943), La parte del fuego (1949), Lautréamont y Sade (1949), El espacio literario (1955), El libro por venir (1959; Trotta, 2005), El diálogo inconcluso (1969) y La amistad (1973). Se trata de una escritura en la que Blanchot cuestiona permanentemente la posibilidad de la literatura, del escritor y de la obra, en una reflexión atravesada por las nociones de lo neutro, la soledad y la «desobra». A ésta consagrará uno de sus últimos escritos, La comunidad inconfesable (1983), en el que se muestra la convergencia de su pensamiento literario y político. <BR><BR>Editorial Trotta