La noticia de que acaba de despegar un cohete espacial con destino a Marte llena de zozobra al creador del programa radiofónico ?Hola, marciano?. El temor de que la realidad pueda desbaratar su universo de ficción y poner en peligro el modesto modus vivendi con el que intenta asegurar la estabilidad de su famili a, hace tambalear el precario equilibrio del periodista, cada vez más paralizado por la angustia y la pérdida de la autoestima. La inesperada visita de un oyente que asegura ser un marciano ?idéntico al ser humano? desencadena un desconcertante e incómodo diálogo en el que, al modo beckettiano, se transita fácilmente de la lucidez al delirio. Con un impecable manejo de la alegoría y de la sátira, Kobo Abe se servirá de las irritantes palabras de estos dos seres extraviados para enfrentar al lector a algunas de las obsesiones que lo han emparentado con Kafka o Camus: el problema de la identidad y el desasosiego de no saber quién se es ni quién es el otro, el cuestionamiento de la noción de realidad o la crisis de supervivencia del ser humano frente a las estructuras dislocadas y caóticas del mundo contemporáneo. El lector, magnetizado por la tensión dramática, espera, como en un relato policial, que el suspense vaya cediendo hasta revelar el desenlace: ?¿todo esto será la consecuencia de la fábula vencida por la realidad o de la realidad vencida por la fábula??
AUTOR/A
ABE, KÔBÔ
Kobo Abe (Tokio, 1924-1993) vivió su adolescencia en Manchuria,<BR>entonces dominada por el ejército japonés, lo que dejó hondas huellas tanto en su literatura como en su visión del mundo. Tras graduarse en Medicina se dedicó a creaciones literarias de tendencia vanguardista y, en 1951, obtuvo el Premio Akutagawa por La pared: el crimen del señor S. Karma. El reconocimiento mundial de sus novelas La mujer de arena y El rostro ajeno lo convirtió en uno de los escritores más destacados de la literatura japonesa moderna, tal y como afirmaron Kenzaburo Oé y Yukio Mishima,<BR>lectores entusiastas de su obra. Además de estas dos novelas, se han traducido también al castellano Idéntico al ser humano y Los cuwentos sinietros