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Robin DiAngelo describe así el concepto de fragilidad blanca, acuñado por ella misma: «Dejadme que sea clara: si bien la capacidad que las personas blancas tenemos de sobrellevar cualquier cuestionamiento a nuestra posición racial es limitada ?y, en este sentido, frágil?, los efectos que tienen nuestras reacciones no son frágiles en absoluto; al contrario, son muy poderosos, porque se aprovechan del poder y del control histórico e institucional ... Si tenemos que llorar para que todos los recursos nos sean rápidamente devueltos y la atención se desvíe del debate sobre nuestro racismo, lloraremos. Si tenemos que fendernos y responder con justificada indignación, nos ofenderemos. Si tenemos que discutir, minimizar, explicar, hacer de abogado del diablo, gimotear, desconectar o replegarnos, lo haremos».