Armand Gatti (Mónaco, 1924) es el creador que ha dado una respuesta contundente a la pregunta angustiosa del filósofo alemán Theodor Adorno: «¿Es posible la poesía después de Auschwitz?».
Con sólo diecisiete años, Gatti se enrola en la resistencia contra el nazismo. Forma parte de un maquis donde un libro de poemas de Arthur Rimbaud o Henri Michaux tiene más importancia que la pistola compartida entre varios milicianos. Prisionero en un campo de concentración (Linderman, 1942), lo condenan a muerte (sentencia incumplida por tener Gatti menos de dieciocho años).
Apadrinado por Henri Michaux, Erwin Piscator y Jean Vilar, se convierte en uno de los principales dramaturgos franceses del siglo XX. Trabaja con los excluidos del lenguaje: parados, drogadictos, prisioneros, proscritos. «Hemos nacido de la agonía de una estrella», escribe. Pero añade: «A pesar de todo, la tierra vencida da estrellas».
En sus piezas de teatro, los pronombres personales barren todo rastro de psicología. El escenario es casi siempre una excusa para remover la memoria de su experiencia en el campo de concentración. Y para las apariciones de una ballena y Augusto Gatti, el barrendero libertario asesinado, padre del escritor. Armand Gatti destaca también como cineasta y poeta. Demipage ofrece, por primera vez en España, una antología de los poemas de este autor.
ANTOLOGÍA
AUTOR/A
GATTI, ARMAND
(Mónaco, 1924) A los diecisiete años se enrola en la resistencia contra el nazismo y forma parte de un maquis. Cae prisionero en un campo de concentración, donde lo condenan a muerte (sentencia incumplida por tener menos de dieciocho años). Posteriormente es deportado a Alemania y recorre mil quinientos kilómetros en su huida a pie. Participa como paracaidista en los combates de liberación.<BR><BR>En la posguerra, sus reportajes impactan. Pero abandona el periodismo por la dramaturgia, desarrollando una extensa obra (cincuenta piezas), entre las que se encuentran: El niño-rata, Canto público ante dos sillas eléctricas, Los trece soles de la calle Saint-Blaise, La mitad del cielo y nosotros, El caballo que se suicida por el fuego, Crucifixión mestiza?<BR><BR>A Gatti no le interesaron los directores de escena ni los actores profesionales, tampoco el teatro como género comercial. Pone su obra en manos transgresoras. Uno de los textos, La pasión del general Franco, provoca la ira del gobierno dictatorial español y queda prohibido en la Francia democrática.<BR><BR>En Bélgica, en 1972, empieza a trabajar con los excluidos del lenguaje: parados, drogadictos, prisioneros, proscritos. «Hemos nacido de la agonía de una estrella», escribe. Pero añade: «A pesar de todo, la tierra vencida da estrellas».<BR><BR>En 1988 el gobierno francés le concede el Premio Nacional de Teatro. En 2004 se le otorga la medalla de mayor prestigio nacional y su respuesta es: «Esta medalla debes entregarla a mis muertos en el campo de concentración, porque ellos me han dado todas las palabras que escribo».<BR><BR>Como cineasta, debuta con El cercado, título de un poema extenso, y sigue con El otro Cristóbal, ambos premiados en el Festival de Cannes. El paso del Ebro completa el trío de largometrajes.<BR><BR>Destaca entre toda su obra su creación poética, que Demipage presenta en su antología.