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¿Por qué algunos de los filósofos más importantes del siglo XX han elaborado conceptos de anarquía indispensables para comprender la situación contemporánea del pensamiento en materia de ética y política, sin nunca, sin embargo, reconocerse como anarquistas, ni movilizar un verdadero pensamiento del anarquismo, ni conseguir tampoco destituir la lógica de gobierno, a pesar de que adoptaban, contra la imposición de los modelos piramidales, el lenguaje geográfico de la superficie, los pliegues y la derrota de las vistas desde arriba? Como si el anarquismo fuera algo inconfesable, que habría que ocultar aún cuando se le roba lo esencial: la crítica de la dominación y de la lógica de gobierno. En ¡Al ladrón! Catherine Malabou explora el concepto de anarquía en la obra de seis grandes filósofos contemporáneos (Reiner Schürmann, Emmanuel Levinas, Jacques Derrida, Michel Foucault, Giorgio Agamben y Jacques Rancière) desbloqueando los elementos para un pensamiento no gobernable, que vaya más allá de un llamado a la desobediencia, o de una crítica convencional del capitalismo. Frente a lo ingobernable, revueltas, protestas, desobediencia civil, un gobierno puede reaccionar de dos maneras. O bien negociar y acaso consentir un cambio de política. O bien reprimir. En ese sentido, lo ingobernable es lo que puede ser ora escuchado, ora dominado.
Lo no gfobernable, en cambio, solo puede ser dominado. La única manera de tratarlo es no tratar con él, ya sea ignorándolo activamente u primiéndolo, aplástandolo y hasta dándole muerte. Pero gobernarlo es definitivamente imposible porque es la marca de la imposibilidad y el fracaso de todo gobierno.