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En El mundo se vuelve sencillo, con una prosa audaz e irónica, acompañamos a la protagonista desde la pérdida de su madre a los catorce años, hasta que es una joven adulta, pasando por su primer polvo, su primer novio, sus amistades y un vacío emocional interno que alivia vomitando casi todo lo que come. La evolución personal, la exploración de los deseos y la gestión de las contradicciones confluyen en un testimonio que es también, sobre todo, un manifiesto a favor de la libertad de elección como única forma de vivir.