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Educadores, profesores y padres. Todavía hay algunos que creemos en la educación. Sin embargo nos vemos enfrentados, cada uno de nosotros, a inmensas dificultades. Nuestros niños, con frecuencia, están errantes, sin referencias. Basculan a veces en el paso a la acción sistemática cuando no huyen a terribles adicciones. Nuestros alumnos son agitados, algunos son violentos. Nos desanima su ortografía o su desconocimiento de la historia. Estamos preocupados... Pero no nos refugiamos, sin embargo, en el autoritarismo fácil con la invocación de los 'buenos métodos antiguos'. Rehusamos atacar las desviaciones desde la más tierna edad para imponerles una camisola química, hipnótica o judicial. En contraposición, creemos que hace falta crear, en conjunto, situaciones pedagógicas que permitan por una parte la transmisión de saberes estructurantes así como la emergencia de sujetos libres y solidarios. Estamos convencidos de que hace falta resistir: tanto al capricho mundializado de la mercantilización liberal como al control democrático de los obsesionados por la mesura. No queremos ni una huida hacia adelante en una sociedad compulsiva, ni un retorno hacia un pasado que nada tenía que ver con una edad de oro.