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Apenas sabían leer, apenas escribir.
Sus manos están hechas para las herramientas.
Les encanta el trabajo, la familia, la vida.
Son pacíficos y sencillos.
Son la mayoría en todos los países.
Caprichos de príncipes,
apetitos de empresarios,
artimañas de diplomáticos,
y estas masas chocan bajo la metralla.
La autora de la novela Pasaron unos hombres, Marcelle Capy (Cherbourg, 1891?Pradines, 1962), vuelve con su voz más propia: la periodística. En Una voz de mujer en la contienda se nos presentan una serie de artículos publicados entre 1914 y 1916 en que la autora desmenuza sus críticas más voraces respecto la religión, el Estado, el trabajo, el matrimonio, la maternidad y la autoridad reservando siempre sus palabras más ácidas para los grandes hombres que se han rebajado a la agitación nacionalista. También dedica una mirada sosegada y tierna a la cotidianeidad de las mujeres.
La censura negó a Capy la comercialización de este título al considerar que sólo los hombres debían opinar y escribir sobre política. Pese a que tuvo el ?placer de ser insolente?, la francesa no logró ver el libro publicado de manera íntegra hasta 1936. Es más, desde ese preciso instante, su correspondencia fue revisada.
La conjunción de las versiones de 1916 y 1936 exigía una edición bitono en rojo y negro. De esta manera se hace evidente al lector qué fue censurado y qué no.
Los núcleos en que se mueve el texto son