Para envío
En el Campo de Concentración lo seguíamos pasando muy mal. A mí lo que realmente me preocupaba era la enfermedad de mi hijo, ya que las últimas noticias recibidas eran desesperadas. Por mediación del intérprete pedí permiso para ir a verlo, pero me lo denegaron, así que intenté escaparme del Campo, a la aventura y sin un céntimo.
De buena mañana salté las alambradas del Campo y eché a andar; pero unos kilometros más adelante me atraparon los gendarmes y volví al Campo.Me metieron en un Campo de Castigo, para los llamados delincuentes. Allí pasé unos días a pan y agua, con los botones de la camisa arrancados, viviendo a la intemperie. Transcurrido dicho tiempo, me liberaron del castigo. A medida que pasaba el tiempo, me fui dando cuenta que la democracia francesa era un mito, recordando las palabras del gurdián que dijo que allí no había libertad, ni fraternidad, ni igualdad.