La legislatura que ahora termina ha traído cambios importantes para la cooperación española con los países pobres. En sólo cuatro años se han doblado los presupuestos oficiales destinados a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que podrían alcanzar en 2008 el 0,5 por ciento del PIB español. El Gobierno ha puesto la cooperación en el corazón de la política exterior. A pesar de que aún quedan importantes reformas pendientes, han mejorado los sistemas de gestión de la ayuda y se ha promovido la aprobación de leyes importantes, como la que regula la cancelación de la deuda externa. Sin embargo, ésta ha sido una legislatura perdida para convertir la política de cooperación en una verdadera política de desarrollo. Mientras la ayuda crecía y mejoraba en beneficio de los países pobres, la actuación de España en otros ámbitos iba orientada en la dirección contraria. Nuestro país ha sido un obstáculo en la negociación de acuerdos comerciales que favorezcan a África, por ejemplo.