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Este relato poético es un auténtico manifiesto contra el saqueo de los paisajes naturales cometido por el hombre. Edward Abbey trabajó como ranger en el Parque Nacional de los Arcos, al sur de Utah, donde, en contacto íntimo con su característico mundo mineral, vivió una experiencia casi mística. Su elogio del esplendor del desierto, de las rocas de gres rosa y rojo esculpidas por la erosión, de las matas de enebro, se acompaña con una denuncia sin tapujos de la sociedad de consumo. Precursor del radicalismo de la contracultura norteamericana, Abbey se sitúa en la tradición de Henry David Thoreau y su obra es una de las más destacables de la escritura contemporánea sobre la naturaleza.
El solitario del desierto es una obra que refleja un profundo amor hacia la naturaleza y un amargo aborrecimiento de todo aquello que supone profanarla. Detalla aventuras únicas y aborda el conflicto sobre cómo hacer frente a los daños causados por el desarrollo o el turismo excesivo. Pero no es una mera colección de historias, sino un libro de memorias filosóficas, lleno de reflexiones: el desierto como una paradoja, hermoso y liberador, y al mismo tiempo aislado y cruel. En definitiva, una poderosa discusión de los misterios de la vida con un trasfondo de agitación social, escrita desde el corazón del desierto norteamericano.