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La muerte le sentó bien a Benito Juárez. En cuanto exhaló su último suspiro, tras la dolorosa angina de pecho, se inició el lento y sutil proceso que convertiría al liberal oaxaqueño en uno de los mayores héroes de la historia patria. A revisar esa trayectoria, más que a narrar la vida del zapoteco que se convirtió en presidente de la república, se dedica aquí Rebeca Villalobos Álvarez: con herramientas retóricas empleadas de un modo original, la autora muestra las transformaciones que experimentó el Benemérito de las Américas durante el siglo posterior a su fallecimiento, así como los usos políticos que se le han dado a su memoria: prócer inmaculado, indio sublime, mexicano ejemplar. La mirada de la historiadora se detiene en numerosos ejemplos cuidadosamente seleccionados -esculturas de cuerpo entero, bustos, piezas literarias, fotografías, grabados, caricaturas, pinturas, películas, obras de historia- para mostrar la evolución de un discurso que ha destacado la sobriedad del jurista, la severidad del jefe de la nación o la firmeza de carácter en plena adversidad, desviando la mirada de los rasgos autorit