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El lector tiene entre las manos una aportación relevante a la reconstrucción exhaustiva del papel de la militancia comunista en la constitución del movimiento estudiantil centrada en los protagonistas que permitieron desplegar la oposición política a través de la movilización social y la recuperación de la sociedad civil. En las décadas de los 60 y 70, los comunistas arraigaron a través del activismo de sus miembros, formando parte de las redes más dinámicas de la sociedad. Las razones de este arraigo no se deben buscar en la ideología, sino en la relación que sus militantes fueron capaces de establecer con las personas y los colectivos con mayor disponibilidad para la movilización por reivindicaciones sociales o directamente contra la dictadura. Se convirtieron en rostros de la multitud. (Carme Molinero, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona).