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Las minorías revolucionarias sabían que los principios son las armas de la revolución. La peor pesadilla de la burocracia cenetista era la posibilidad de que se estableciera una conexión de la oposición revolucionaria interna con la crítica anarquista internacional, que editó Révisión, L?Espagne Nouvelle y Terre Libre.
El congreso extraordinario de la AIT, reunido en París en diciembre de 1937, se desarrolló bajo la amenaza de la delegación española de la CNT de construir una nueva Internacional al margen de la AIT. El congreso de 1938 aprobó una nota adicional a los principios fundacionales del anarcosindicalismo, propuesta por Horacio Martínez Prieto, en nombre de la CNT, que supuso la liquidación moral y organizativa de la AIT.
El libro detalla los debates que enfrentaron a los comités superiores de la CNT con las distintas secciones de la AIT en el verano y otoño de 1937, y cómo el alemán Augustin Souchy, embajador oficioso de la CNT, amenazó con el abandono de la AIT por parte de la CNT, sondeando las posibilidades de creación de una nueva Internacional, la Quinta, a imagen y semejanza de la CNT y al margen de una débil, caduca e inútil AIT.
Se explican minuciosa y detalladamente las peripecias, debates y broncas de ese Congreso extraordinario. La delegación española insultó, menospreció y maltrató al resto de secciones de la AIT, porque no toleraba ninguna crítica a su táctica ministerialista y temía que la oposición revolucionaria interna (Amigos de Durruti, comités de defensa, Merino y el sindicato del Transporte, o cabeceras como El Amigo del Pueblo, Alerta, Anarquía-FAI, etc.) confluyeran y se unieran con el anarquismo critico internacional (sobre todo francés), representado por las cabeceras Terre Libre, Espagne nouvelle y Le Combat Syndicaliste, detrás de las cuales estaban la CGT-SR, la FAF e individualidades como Besnard, Volin, Prudhommeaux, Shapiro, etc?
En el Congreso ordinario de noviembre de 1938 la CNT asesinó a la AIT, mediante la aprobación de una nota adicional que modificaba los principios fundamentales del anarcosindicalismo, sometidos ya al capricho y necesidades de los comités superiores.
El libro finaliza destacando la fundación del Grupo franco-español de Los Amigos de Durruti que nos descubre la existencia de un brillante y esperanzador anarquismo revolucionario organizado, encarnado en Balius, Ridel y Prudhommeaux, entre otros, que no pudo superar el inicio de la Segunda guerra mundial.