Trabajó como periodista de investigación en diferentes medios. Hizo un reportaje para el que se embarcó en un viaje alrededor del mundo con la intención de comprobar qué había de verdad en la novela de Jules Verne, La vuelta al mundo en ochenta días. Durante el viaje, llegó a conocer a Verne en persona, en la ciudad de Amiens. Tardó solo 72 días en completar el viaje y marcó un récord mundial. Después de su éxito como reportera, Bly dejó la prensa y se dedicó a la escritura de novelas, y fue también directora de una factoría industrial, para acabar como corresponsal de guerra y ser acusada de espionaje. Murió en 1957 de neumonía.
