¿Qué significa ser de clase media en el siglo XXI? Emmanuel Rodríguez (Madrid, 1978) responde a esta cuestión en su nuevo libro 'El efecto clase media. Crítica y crisis de la paz social'. Bueno, a esta pregunta y a bastantes más sobre asuntos que continúan despertando el interés general como la meritocracia o las crisis políticas tales que la Transición y el 15M: “La Transición es la confirmación de una sociedad en la que la base son las clases medias y el 15M muestra los primeros síntomas de crisis de esa parte de la población”, afirma rotundo.
Así, elDiario.es ha hablado con este historiador, sociólogo, analista político y escritor que visitará la librería La Vorágine de Santander el próximo miércoles desde las 19.30 horas para presentar su nuevo ensayo en un encuentro en el que, a buen seguro, también tratará temas como la consolidación de la ultraderecha de quien, por cierto, Rodríguez pronostica que formará parte del próximo Gobierno estatal. Asimismo, el madrileño afirma a lo largo de la conversación con este periódico que el funcionariado “genera un colchón social de estabilización y da una salida a una parte de la población”, algo que puede resultar necesario en un país en el que “hay más camareros que profesores, médicos y abogados juntos”.
El título de su nuevo libro es ‘El efecto clase media. Crítica y crisis de la paz social’. Intentando desgranar la primera parte del título, ¿la clase media existe?
La clase media es con lo que se define la gran mayoría de la población, y cuando te digo que la mayoría es porque te hablo de porcentajes muy altos, del 70 u 80%. Básicamente, hay que considerar que la clase media existe en tanto que la gente se piensa que es de clase media.
¿Y qué cualidades hay que tener para ser de clase media?
La clase media en sociología se define como una posición dentro de un nivel de ingresos, o en relación con los medios de producción. Y la definición de la que parto yo, es que si la gran mayoría de la población se define como clase media, realmente se está definiendo como que está al margen de lo que sería la gran divisoria social tradicional en Europa. Esta divisoria era que o eras trabajador o propietario, lo que se puede traducir como que no eres ni rico ni pobre. Eso es bastante importante a la hora de analizar estas sociedades porque lo que la gente está diciendo es que está al margen del conflicto social, o por lo menos del conflicto social tal y como se entendió tradicionalmente durante los siglos XIX y XX. Si tú dices que no eres rico ni pobre; ni obrero ni burgués; ni propietario ni totalmente desposeído, lo que estás diciendo es que el conflicto de clases no va contigo. Lo que viene a decir el concepto ‘clase media’ es que en esa sociedad no hay clases, y eso es muy importante de analizar.
Me llama mucho la atención su opinión sobre la meritocracia. ¿Con esfuerzo se puede llegar a cualquier parte?
El problema del esfuerzo es que no todo el mundo está en un contexto social donde puede demostrar su esfuerzo y que este valga. No a todo el mundo se le permite. Cuando tú naces en un contexto donde hay agobio económico, no hay capacidad de hacer seguimiento de tus estudios, tú estas sometido a una presión bastante fuerte porque a lo mejor tu familia está muy desestructurada, obviamente tus posibilidades de estudiar y de demostrar capacidades a través del estudio son muy bajas. Eso se demuestra estadísticamente: los hijos de licenciados y doctores son licenciados y doctores, y los hijos de personas sin estudios, normalmente son personas con poco éxito en los estudios. Esa es la trampa de la sociedad escolar, donde tú aparentemente vas a la escuela y es un lugar igual para todos, pero en la práctica no lo es, lo que hace la escuela es confirmar divisiones sociales previas.
Vamos, que el ascenso social y económico es algo más marginal que representativo…
Puede ocurrir y por eso el argumento de la meritocracia sigue siendo considerado válido socialmente, pero la realidad es que el ascenso social ocurre muy pocas veces. Estadísticamente los segmentos sociales se reproducen a sí mismos. Las clases sociales se reproducen a sí mismas con un grado de éxito muy alto. La movilidad social siempre es bastante baja.
¿El hecho de que la universidad sea más o menos accesible también puede contribuir a que esa falsa ilusión prevalezca?
La universidad es pública y se ha democratizado relativamente, pero a los estudios universitarios apenas llega un cuarto de la población. La gran mayoría de la población sigue sin ir a la universidad, y aunque vaya mucha gente eso conviene recalcarlo. Hay que considerar que en España hay un grado muy alto de absentismo escolar y gente que no titula la Educación Secundaria Obligatoria. Ahora es un poco menor, pero desde la Transición hasta prácticamente antes de ayer, el 20% de la gente no recibía ni el título obligatorio.
Y la universidad se democratiza pero aparecen los máster…
Exactamente. Eso es.
¿Y qué hay de la paz social que también menciona en el título del libro? ¿Vivimos en el conformismo con el sistema?
La cuestión es que aunque haya clases sociales y aunque la sociedad esté fracturada socialmente, y lo hemos visto ahora con eso que comentábamos de la educación, la mayoría de la población sigue considerándose clase media. Y eso lo que quiere decir es que sigue pensando que los mecanismos por los cuales se reparte la riqueza y los mecanismos por los cuales uno tiene una posición social, es decir, tiene un trabajo, unos ingresos, unas oportunidades laborales e incluso unos derechos políticos, son considerados legítimos. El éxito de la clase media, convertido en ese lugar en el que se reconoce esa mayoría de la población, es que permite que ese consenso sea eficaz y que no genere conflicto político. Eso quiere decir que la sociedad de clases medias sea una sociedad pacificada. Y cuando esos mecanismos empiezan a fallar, como ocurrió en 2008 con la crisis, se producen crisis políticas, que eso es lo que se explica en el libro en relación con el 15M.
Pero en el libro disecciona la clase media en diferentes figuras…
El éxito de la clase media no lo podemos dar por descontado. Si uno mira el mercado laboral encontrará que los puestos de clase media son pocos. Lo que consideramos característico de la clase media como profesores, médicos o abogados no es muy grande. En este país hay más camareros o empleadas de hotel que todas estas categorías reunidas juntas. Sin embargo, muchos de esos que tienen empleos con poca cualificación o que son precarios se consideran de clase media. Y la razón de eso es que comparten otra serie de cuestiones que no son precisamente las del empleo garantizado, y ahí en el libro pongo ejemplos como que en la sociedad española la propiedad inmobiliaria está completamente generalizada y que eso haya sido una política que se sigue desde el franquismo. También que el Estado sea un importante empleador público y que eso de alguna manera consigue que aparezca un segmento social funcionarial importante que estabiliza esas sociedades. El hecho de que el Estado de Bienestar todavía siga actuando aunque sea de forma cada vez más degradada permite desproletarizar a una parte importante de la población. O el hecho de que la propia extensión de la educación haya seguido una tendencia de ampliación constante, lo cual genera una expectativa de que a través de la educación se puede llegar a generar un ascenso social aunque este sea mínimo. Cuando eso ha empezado a fracturarse o la población ha empezado a ver que era algo cada vez más difícil de mantener, se han comenzado a generar crisis de expectativas o crisis sociales. Algo que, por ejemplo, se ha visto con los títulos educativos, que cada vez valen menos... Pero en los últimos 50 años eso es lo que ha funcionado.
Ha puesto de ejemplo el funcionariado como sinónimo de clase media. ¿Que haya funcionarios es positivo? ¿Se debería aspirar a eso?
Bueno, no sé. No es una cuestión de juzgar, pero el hecho de que consigas que un 15 o un 20% de la población tenga un trabajo estable, garantizado de por vida y, por lo general, mejor remunerado y con mejores condiciones laborales que en el sector privado genera un colchón social de estabilización relativamente amplio, y eso hay que reconocerlo también. Que la gente sea lo que quiera, pero en términos sociales el hecho de que se genere esa expectativa da una salida a una parte de la población que de otra manera se encontraría en muchas ocasiones con muy pocas expectativas laborales.
En el libro habla también de la Transición y el 15M como las principales crisis políticas recientes de España. ¿Son comparables?
La historia social del país empieza en los años 50 que es cuando el país despega, el franquismo abandona las políticas revanchistas de posguerra y se plantean los años buenos del desarrollismo a partir del plan de estabilización de 1959. Ahí hay que hacer en paralelo una historia política y las dos grandes tesuras que aparecen son: por un lado, la Transición que evidentemente es el cambio del régimen político, y por otro lado, la primera gran crisis de la clase media que es la que se produce en 2008 y que se reproducirá en 2011 con el 15M. No quiere decir que el cambio político que produce el 15M sea comparable al de la Transición, lo que sí define es que la Transición es la confirmación de que esta es una sociedad moderna, democrática y cuya base son las clases medias. Y el 2008-2011 lo que muestra son los primeros síntomas de crisis de ese tipo de sociedad.
¿El fenómeno de la ultraderecha en España se podría explicar a través del 15M? Mucha gente de izquierdas considera que fue un fracaso…
En realidad es un fenómeno que es global y que en los países de la Europa occidental lo podemos entender como que una parte de esa sociedad que estaba integrada, que tenía mecanismos de protección, un horizonte de futuro, una expectativa de que su vida se iba a desarrollar con cierta certidumbre, viene quebrándose desde hace 20 o 30 años, y eso está generando un maremoto político muy soterrado, todavía muy larvado y no explosivo, pero que explica los fenómenos de lo que podríamos llamar el populismo de derechas. Así, se están generando fenómenos políticos de corte reaccionario donde el resentimiento, la incertidumbre, el miedo al desplazamiento se muestra políticamente en adhesiones de derechas. En la medida en la que el 15M genera unas expectativas y luego esas expectativas se realizan con lo que seria la nueva política, que son Podemos y los municipalismos y estos tienen un vuelo bastante corto, es normal que lo que son expresiones de izquierdas den lugar a expresiones de derechas a la hora de expresar los malestares. Es un movimiento pendular y no creo que vaya a tener gran recorrido. Pero a las encuestas a las que he tenido acceso se ve que esos votantes de Vox son los que se manifiestan como más preocupados con su futuro, con mayores tasas de incertidumbre, con menos satisfacción respecto a sus condiciones materiales y de vida, que no quiere decir que sean los más pobres ni mucho menos, pero eso es curioso y resulta bastante paradójico.
¿Entonces no fue tan sencillo como decir que fue por la influencia europea?
No es por la influencia europea, es más bien que los procesos sociales se están produciendo en todos los países de una forma distinta pero que al final ocurren en paralelo.
¿Y podemos encontrarnos al comienzo de otra crisis política?
Tendría que haber un contexto de una crisis económica, que esta sea fuerte y que eso produzca efectos sociales. Pero de momento no es fácil de ver esa crisis política como ocurrió con el 15M.
¿Cómo se explica que haya un gobierno de izquierdas y que la clase trabajadora, o media, tenga cada vez menos poder adquisitivo?
Hace mucho tiempo que la izquierda y la derecha se desvincularon de lo que serían sus bases sociales y radicadas en el movimiento obrero. A día de hoy tenemos una izquierda de la clase media y una derecha de la clase media, y sus referentes sociales no son tan distintos. Entonces es normal que mucha gente se sienta al margen de la política. De hecho, llevamos unos 30 de desafección política, de una crisis de lo que algunos llaman crisis de representación, es decir, que la gente no se reconoce en las instituciones que se supone que les deberían representar, y en concreto más que las instituciones, en los partidos políticos. Es normal, entonces, que los que gobiernan, que al fin y al cabo lo que administran son ciclos económicos sobre los cuales tienen muy poco control, no reconozcan sus supuestas diferencias sociales en ellos. Y ahí se produce una tesura. Esos son elementos de crisis a futuro.
Queda un año para las elecciones autonómicas, ¿cuál es tu apuesta por lo que ocurrirá?
Lo normal es que haya un gobierno del PP con apoyo de Vox. Con independencia de que haya un cambio de estilos o de las formas de gobierno y las retóricas, las políticas de fondo y las económicas son intocables. Para cambiarlas se requieren mecanismos de movilización social muy fuertes, y eso no se produce desde el gobierno sino desde fuera.
¿No hay que tener miedo a que España se convierta en más neoliberal cada vez?
España es un país neoliberal, pero la mayor parte de las políticas que se están dictando aquí vienen desde Europa. Y si ahora hay alguna posibilidad de aplicar un criterio expansivo del gasto público es porque el Banco Central Europeo así lo ha determinado a raíz también de toda la conflictividad social que hubo a partir de 2011, en Grecia con Tsipras, en España con el 15M… Hay una necesidad por parte de Europa de contener ese malestar social.