"Una lectura de lo que ha significado la burbuja inmobiliaria en España, entre 1995 y 1997, indica que se crearon siete millones de empleos, el consumo de las familias se multiplicó por dos y el país pareció incorporarse al club de los Estados más ricos y modernos del mundo. Tal espejismo se sustentaba sobre una espectacular expansión del crédito, la construcción de más de 600.000 viviendas al año y unos incrementos del precio de los inmuebles siempre superiores a dos cifras.
La crisis financiera ha dinamitado el modelo y ofrece la cara más amarga de la realidad: desahucios, destrucción de empleo y el mayor ataque conocido sobre el gasto social. Añádase el empeoramiento de los servicios urbanos y de las condiciones de vida. Este libro de autoría colectiva repasa la historia reciente del asalto al territorio y sus efectos en diversas regiones y áreas metropolitanas: Madrid, Euskal Herria, Sevilla, Zaragoza, País Valenciano, Palma de Mallorca, Murcia y Costa del Sol. El análisis y el resultado de la devastación se completa con propuestas de intervención, para invertir el proceso auspiciado “por una alianza sólida y duradera plagada de relaciones clientelares y contactos cara a cara entre la Administración y los agentes de crecimiento urbano: constructores, promotores, banqueros, empresarios y, en gran medida, sindicatos. Estas coaliciones locales encontraron entronque inmediato con el programa político neoliberal de recomposición y vertebración de las elites bajo la hegemonía del capital-dinero”.
El texto plantea alternativas tanto a las políticas urbanísticas, como a las de infraestructuras y transportes. Sobre estos, se aboga por “la reducción de transportes de mercancías y personas que evite el despilfarro de las infraestructuras infrautilizadas, que invierta en un transporte público y de mercancías eficiente y de calidad, que proteja la riqueza natural del país y defienda el acceso equitativo a los servicios” (Manuel S. Jardí, Le Mond Diplomatique, febrero 2014).