El milagro que interesa a Virno coincide con la existencia del mundo como totalidad inabarcable y provoca un tipo de asombro que Wittgenstein llama maravilla. El asombro existencial no caduca, sino que retorna indefinidamente y se cuela por una falla irreductible que nos impide hacernos una idea completa del mundo, al tiempo que nos habilita el esfuerzo por alcanzar una idea de mundo. Diversamente al milagro religioso que nos somete al rigor de la creencia en la trascendencia y al milagro empírico que nos reduce a la experiencia del goce inmediato y su inmediata caducidad, el milagro asociado a la maravilla que probamos por la existencia pone en juego el fracaso del impulso a hacerse una idea del mundo y nos interroga éticamente sobre qué hacer con ese fracaso y sus consecuencias lógicas.