Esta obra es fruto de un gran proyecto de investigación que incluye una recopilación de casos criminales ocurridos en nuestro país cuyo denominador común es el protagonismo eclesiástico como ejecutor del delito. Estos crímenes, y los juicios a que dieron lugar, por sus especiales características conmocionaron a toda la sociedad española de la época. El carácter de los asesinos -todos eran hombres de la Iglesia-, implicaba el goce de un fuero privilegiado que les confería la inmunidad ante la Justicia Real, por la facultad que tenía la Iglesia para juzgarlos en sus propios tribunales eclesiásticos, lo que en la práctica traía consigo un mínimo o, en algunos casos, inexistente castigo. En todos estos crímenes, la autoridad civil hizo lo imposible para mitigar esa desigualdad que favorecía al criminal, en el convencimiento de que «la calidad del delito está por encima de la calidad del delincuente». Algunos de estos crímenes fueron tan cruentos y su castigo tan suave que se convirtieron en ejemplos de una escandalosa desigualdad jurídica y serían utilizados por los ministros ilustrados del Consejo de Castilla para avanzar en el difícil camino de conseguir una justicia igual para todos.