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Haya Tedeschi espera junto a un cesto repleto de cartas, fotografías, recortes, versos, testimonios, listados... A los ochenta y tres años, su historia, reflejo de un pasado turbulento, se ha quebrado ya en mil pedazos que Haya repasa uno a uno: la infancia en Gorizia, en el seno de una familia judía multilingüe, Trieste y el ascenso del totalitarismo, los años de juventud, el cine y el primer amor. Pero también están la guerra, los trenes cerrados y los campos de exterminio, como la antigua arrocera de San Sabba, de la que día y noche salían humo y ceniza que se transformaban en un barro negro en el que jugaban los niños. El mismo barro donde hubiese jugado su hijo de no haber sido secuestrado para formar parte del siniestro proyecto Lebensborn de Heinrich Himmler.
Haya Tedeschi espera el reencuentro con su hijo y, mientras lo hace, desmenuza la compleja maraña de su vida revelando la fragilidad de la memoria y las limitaciones de la Historia, que nunca pueden agotar la realidad. Así, poco a poco, se va componiendo el rompecabezas de esta obra, en la que la autora entremezcla magistralmente realidad y ficción para, con un impactante manejo del lenguaje, ofrecernos una cruda crónica de las profundas heridas que la Segunda Guerra Mundial ha dejado en Europa.