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Mucho se ha escrito sobre la soledad en los últimos años. Sin embargo, el componente vivencial de la misma, la experiencia de la soledad, ha tendido a ser ensombrecido por sesudos análisis causales que poco dicen acerca de su sentido profundo: cómo perciben las distintas soledades las personas que conviven con ellas. El resultado obtenido ha sido, generalmente, una colección de lecturas sesgadas y parciales de un fenómeno que es mucho más complejo de lo que muestran los textos más referenciados.
Tras el intento de fundamentar teóricamente la soledad realizado en un libro anterior, "Soledades. Una cartografía para nuestro tiempo", este "Soledades habitadas. Pliegues de la cotidianidad", busca, precisamente, recuperar, expresadas en primera persona, las vivencias, experiencias, estrategias, sentidos, narrativas y tensiones que las personas que conviven con la soledad ponen en juego en torno a ella. De esta forma, surge la soledad en tanto que pliegue: un concepto de soledad hecho propio, plural, relacional, desdramatizado, ambivalente y lleno de tensiones que se aleja de las nociones de la soledad (no deseada) que se suelen poner en circulación tanto mediáticamente como en los programas de intervención.
Con la intención de poner de relieve todo ello, se recuperan aquí fotografías, textos, historias, canciones, conversaciones y diseños resultado de un proceso de más de un año de duración en el que casi veinte personas, vecinas del barrio de San Francisco (Bilbao) e investigadoras de Bakarzain, hemos reflexionado y remediado en común nuestra soledad. Es por ello por lo que este no es un libro de fotografía ni tampoco un libro académico; no llega a serlo de historias, ni de biografías. Lo es de todo ello y de nada a la vez. Un libro abierto, una invitación a evocar las soledades, a pensarlas juntas. Un libro que, desde el agradecimiento, despliega un espacio común en el que diferentes soledades se pliegan e intercambian cuerpos y voces. Espacio compartido para vivir y remediar las soledades, juntas.