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'Siempre van solos, los bichos' es un relato híbrido sobre lo diminuto, lo raro y lo que está a punto de desaparecer; un canto de amor en forma de imágenes y palabras a aquellas almas incomprendidas que encuentran refugio en las historias.
La historia de estas páginas conforma una polifonía de voces donde árboles, rabilargos, objetos abandonados, gentes del pueblo o personas marginales como Vicente y la Damita que amaba a los insectos entonan una canción de ritmos y aromas. El poblado minero de El Centenillo (Jaén) se levanta y conversa con nosotros, espectadores, a través de las fotografías de Laura C. Vela y la prosa poética de Suso Mourelo.