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En la constelación de autores británicos que surgieron en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, muy pronto se destacó la figura de Harold Pinter (que hoy sigue en el primer plano de los grandes autores), se diría que como una brillante ilustración del parentesco que el filósofo Georg Lukacs encontraba entre el "naturalismo" y la "vanguardia". Se diría que se trataba de un "absurdo" bañado de realidad reconocible, y que los espectadores del teatro -y de la radio, y del cine y de la televisión- reconocían y reconocen como una voz aguda contemporánea.
Pinter comenzó su hoy extensa obra en 1957 con The room (el cuarto), siendo desde entonces los cuartos cerrados, con muy pocos personajes, dos o poco más, los escenarios de muchos de sus dramas. En 1960 daría The caretaker (que se tradujo como "El guardián"), y comenzó su fama. Aquella vanguardia naturalista trascendió luego, hasta nuestros días, en un "teatro político" que da lugar a temas como la tortura y la opresión lingüística. A esta fase corresponden las excelentes muestras contenidas en este volumen.