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Alabada unánimemente por la crítica como una de las obras más singulares, bellas u profundas de la literatura del siglo XX y considerada a menudo la primera novela posmoderna, Memorias de Adriano marcó un hito en el género de la narrativa histórica y descubrió al mundo una auténtica maestra del arte narrativo. La espléndida traducción de Julio Cortázar ha contribuido a atraer constantemente a nuevos lectores interesados en el emperador del siglo II, "casi un sabio", que fue tal vez uno de los últimos espíritus libres de la Antigüedad. Marguerite Yourcenar cuenta que una vez encontró, en una carta de Flaubert, esta frase inolvidable: Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo. La autora de estas Memorias de Adriano añade: He pasado una gran parte de mi vida tratando de definir, y luego de describir, a este hombre solo y por otra parte en relación con todo.