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La manera como percibimos el tiempo y el espacio se forma en nuestra experiencia cotidiana: en caminar o ir en bicicleta, que no es lo mismo que ir en un automóvil, un tren o un avión. La escala de nuestro mundo habitado la tomamos de nuestra experiencia de recorrerlo. El usuario de los transportes actuales pierde una relación más directa con su entorno.
Jean Robert, filósofo mexicano nacido en Suiza, escribió este libro hace 40 años. Los transportes motorizados y sus impactos nefastos en la vida cotidiana, los robadores de tiempo, son los destructores de nuestras percepciones corpóreas de "lugar" y su sustitución constriñente por el concepto estéril de "espacio" desvinculado de nuestra corporeidad.
La mirada activa de Jean Robert en los años setenta del siglo xx es hoy en día más pertinente que entonces, pues con creces la realidad recorrió el derrotero que él prefiguró y alcanzó niveles exponenciales. Ha crecido la pertinencia y la lucidez de su lectura del proceso de desfiguramiento social que entrañan las ciudades actuales con sus sistemas de transporte, su promoción a ultranza de automóviles y su afiebrado empeño en producir vías "rápidas" y autopistas, y unos transportes colectivos que rompen la textura de los barrios y las posibilidades de convivencia, de retomar nuestro encuentro con las demás personas.