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El libro propone repensar la fábula clásica de Esopo "La cigarra y la hormiga" con el fin de dilucidar, en un extenso diálogo de estilo platónico entre una cigarra y dos discípulas, el significado de la expresión "jugar a juegos" y a partir de allí formular una teoría o filosofía del juego. Bernard Suits presenta a la cigarra como ejemplificación y elocuente expositora de la vida más digna de ser vivida y la cual consiste en "jugar a juegos". Su punto de partida es indagar y buscar una definición de tal expresión sabiendo la desconfianza que la comunidad filosófica tiene hacia las definiciones y que encuentra como máximo expositor de este antidefinicionalismo ni más ni menos que al filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein. La cigarra, alter ego de Suits, parte de la creencia común en la oposición entre el trabajo y el juego. Mientras el trabajo es hacer cosas que tenemos que hacer y que valoramos en aras de otras cosas, el juego es hacer cosas por el gusto de hacerlas y que valoramos en sí mismas. Además, cuando trabajamos intentamos emplear los medios más eficientes para alcanzar un fin deseado a diferencia de cuando jugamos que elegimos intencionalmente medios ineficientes. Por ejemplo, cuando jugamos al golf, el fin no es ubicar la pelota en el hoyo, que bien podría hacerse de manera eficiente y directa con la mano, sino hacerlo de la manera prescrita de acuerdo a las reglas. La actitud lúdica consiste en aceptar las reglas constitutivas del juego.