Se cumplen cien años de la invención del collage, de su difusión en el espacio artístico internacional en calidad de una hábil y sorprendente estrategia figurativa enfrentada a la vieja tradición ilusionista: el canon constructivo de la representación visual europea. Celebrar los cien años últimos del arte bajo el signo del collage es algo más que una elaboración historicista; nos obliga a una reflexión acerca de las consecuencias del mestizaje formal y figurativo en la definición de lo que todavía llamamos prácticas artísticas. La conclusión es apabullante y los resultados, como cabía esperar, complejos. Con el paso del tiempo se multiplican e intensifican las calidades técnicas y los matices formales a la par que los proyectos plásticos se tornan más envolventes e imprecisos, puesto que implican nuestra directa sensibilidad en el difícil enunciado del arte actual ya globalizado y mercantil.