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El 17 de mayo de 1968 siete hombres y dos mujeres irrumpieron en la oficina del servicio de reclutamiento militar de la localidad de Catonsville, en el condado de Baltimore (Maryland) para protestar contra la guerra de Vietnam. En cuestión de unos pocos segundos, y ante el estupor de las funcionarias allí presentes, comenzaron a vaciar el contenido de algunos archivos en unas papeleras de metal y salieron corriendo al aparcamiento que había en el exterior, donde prendieron fuego a los expedientes de movilización que contenían los ficheros después de rociarlos con napalm casero; luego, se santiguaron y se pusieron a rezar, mientras esperaban la llegada de la policía.
Los nueve de Catonsville fueron detenidos, juzgados y condenados a prisión. Uno de ellos, Daniel Berrigan, escribió este libro dando testimonio de aquel juicio.
Pararan o no la guerra, los nueve de Catonsville fueron todo un símbolo en aquellos momentos, y aunque desde entonces han pasado casi cuarenta años, continúan vigentes las mismas cuestiones que quisieron denunciar con su acción: la guerra, el racismo, la pobreza... Por eso, esta pequeña obra sobre los límites de la obediencia y el significado y las contradicciones de la desobediencia sigue conservando todo su sentido.