Para envío
¿De qué virus quiere que hablemos hoy? ¿O prefiere que lo hagamos del angelical futuro que nos espera? Se lo pregunto porque si la normalidad va a ser vivir con hostilidad y recelo, estamos igual o peor que antes, de manera más sincera, eso sí. ¿El tiempo de los abrazos? Conformémonos que sea entre los nuestros, ahí donde las cosas dependen de nosotros. De nuevo el bosque de Stevenson: no emporcar el claro donde hemos acampado, que no otra cosa es nuestro paso por el rinco´n del planeta en derrota que nos ha tocado en suerte.
No sé cómo son las cosas, es decir, no quiero saber cómo dicen que son las cosas ni cómo tienen que ser las cosas. Hoy esto, manñana lo otro. El desconcierto es la norma. No quiero saber cómo tengo que ver lo que veo,ni cómo entender lo que leo, ni lo que tengo o no que leer. Nada. Estoy equivocado, es una liberación, un refugio. El error admitido es mi punto de partida. No quiero ir por el camino recto ni compartir en silencio la bazofia del discurso ajeno, el sermón y la arenga. No me fío y hago bien. No soy de fiar, vaya esto por delante y como firma.