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Victoria Ocampo y Virginia Woolf se conocieron en Londres a fines de 1934, en una muestra del fotógrafo Man Ray. Woolf era ya una autora consagrada internacionalmente y Ocampo buscaba hacerse un lugar en el muy masculino campo intelectual argentino. Victoria narrará este encuentro recurrentemente y en distintas versiones, dándole forma a su propio mito acerca del origen de esa amistad: "Yo la miré con admiración. Ella me miró con curiosidad. Tanta curiosidad por una parte y admiración por la otra, que enseguida me invitó a su casa". A partir de entonces, comenzó entre ellas un vínculo a la vez cultural y afectivo que se fue construyendo sobre un nutrido intercambio epistolar: Virginia y Victoria se vieron en persona tan solo tres veces. Sus cartas, reunidas por primera vez en este libro, no solo nos dejan entrever cómo se imaginan estas dos escritoras, la una a la otra, a través de las múltiples distancias que las separan o cómo se vive la incertidumbre de la guerra. Estas cartas nos permiten, además, conocer su trabajo como editoras y agentes culturales: entre otras cosas, podemos rastrear en ellas la dec