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Lunacharsky escribe, en 1923, semblanzas sobre sus camaradas, Lenin, Trotsky y Plejanov, entre otros. Una notoria laguna aparecía aquí ante los lectores rusos: el libro carece de toda semblanza de Stalin. De un ?entendimiento? de Lunacharski con Stalin no podía ni hablarse. No había dos temperamentos que fueran o pudieran ser más incompatibles que esos dos. La inexistencia de todo vínculo político o humano entre ambos se evidencia en esta serie de semblanzas que trazó Lunacharski de los jefes bolcheviques. Al publicarse en 1923 y reimprimirse en 1924, la lucha por la sucesión de Lenin había llegado a su clímax y Stalin estaba ya firmemente instalado como secretario general del partido. La omisión equivalía a un delito de lesa majestad. Y así, poco después, el libro ?desapareció de la circulación? y siguió prohibido durante años.