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Montes que se manejan de forma comunal, cofradías de pescadores/as que insisten en realizar una pesca artesanal y sostenible, programadores/as que reproducen entornos comunicativos basados en el software libre, mercados que ligan dirctamente a personas productoras y consumidoras, redes de semillas que trabajan para mantener la biodiversidad cultivada, cooperativas que apuestan por una energía sostenible, iniciativas de crédito colectivo o comunitario, grupos educativos de crianza que atienden las necesidades de las/os más pequeñas/os, aprovechamiento compartido de dehesas: todo este paisaje de autoorganización social formaría parte de lo que podemos reconocer como el "paradigma de los comunes".
A estos comunes tradicionales se suman los nuevos comunes, entendidos como prácticas que intentan cerrar circuitos económicos y políticos en un territorio dado y que ayudan a democratizar fragmentos del mundo. Agrupaciones desde las que desarrollar formas diferenciadas de producir (economía solidaria, cooperativismo, agroecología...); aprender (cooperativas de enseñanza, escuelas populares...); convivir (grupos de crianza compartida, cooperativas de vivienda, recuperación de pueblos abandonados...); relacionarse con las culturas y las nuevas tecnologías, de forma que sean accesibles y no se mercantilicen (software y cultura libre...); en definitiva, instituciones capaces de sostener y hacer deseables otros estilos de vida.
Comunales y nuevos comunes tienen mucho en común, aunque los separe un contexto histórico y ambiental. Son fruto de la sedimentación de prácticas que llevan asociadas una serie de valores como la reciprocidad, la deliberación y la participación, la sostenibolidad o el cuidado de los bienes o recursos. Este libro contiene voces de activistas, comuneras e investigadores, recogiendo los principales debates y prácticas que se están dando en nuestra geografía en torno a los comunes.