Para envío
(...) La intención estratégica de Potlach era crear lazos para constituir un movimiento nuevo, que debía ser por lo pronto una reunificación de la creación cultural de vanguaria y de la crítica revolucionaria de la sociedad. En 1957, la Internacional situacionista se formó efectivamente sobre dicha base (...)
El paso de más de treinta años, justamente porque estos textos no han sido desementidos por los hechos posteriores, introduces una cierta dificultad para el lector de hoy. En el presente le es difícil concebir bajo qué formas se presentaban las banalidades casi universalmente admitidas en aquellos tiempos, y por tanto el reconocer las ideas, entonces escandalosas, que finalmente causaron su ruina. La dificultad es aún más grande, por el hecho de que son las formas espectaculares las que han cambiado en apariencia cada trimestre, casi cada día, mientras que el contenido de la desposesión y de la falsificación no se había presentado hasta tal punto, desde hacía muchos siglos, como si no pudiera ser cambiado de ninguna manera.
De manera inversa, el tiempo pasado facilitará también la lectura en lo que importa a otro aspecto de la cuestión. El juicio de Potlatch en cuanto al fín del arte moderno parecía, frente al pensamiento de 1954, un tanto excesivo. Hoy se sabe, por una ya larga experiencia -aunque, sin que nadie pudiera aportar una explicación factible, algunos se esfuerzan quizá en ponerlo en duda-, que desde 1954 no se ha visto jamás aparecer, sea donde sea, un solo artista al que se le hubera podido reconocer un verdadero interés. Se sabe también que nadie, fuera de la Internacional situacionista, ha podido jamás desear formular una crítica central de esta sociedad que, no obstante, se derrumba a nuestro alrededor; derramando en avalancha sus desastrosos fracasos, e impaciente siempre por acumular otros.
GUY DEBORD
(prologo a la edición francesa, 1985)