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Vivimos de espaldas a la naturaleza. Olvidamos que somos parte de aquello que destruimos y, al hacerlo, nos disminuimos sin remedio. El árbol Baobab lo sabe, por su savia discurren centenares de momentos acompañando a los seres humanos a través de la desgracia, que esta vez llega en forma de epidemia de ébola. Durante aquellos días, en 2014, África se convirtió en el origen de todo sufrimiento. Ahora son sus voces, las de los que lo vivieron en primera persona, las que se elevan para traernos el silencio, pero también su lucha envuelta de entrega, fuerza y coraje.