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Traficantes de Sueños
La crisis del coronavirus no es sino otra vuelta de tuerca de la guerra del capital contra la vida. Destrucción del medioambiente y recortes de servicios sanitarios, empobrecimiento generalizado y privatización de los cuidados están en su origen y en el alcance de sus consecuencias. El capitalismo no es capaz de asegurar, no ya el bienestar, ni siquiera la supervivencia de las sociedades. En momentos como este todo el mundo ve que el emperador está desnudo, se hace visible la interdependencia de cada un* con l*s demás a la hora de proteger nuestra salud, bienestar y afectos, así como nuestra inserción en flujos naturales que nos superan por completo. Y más visible también el desigual aporte de personas, clases y países a las tareas y procesos de reproducción de la vida. Es momento pues de cambiar las prioridades del sistema económico y social, tenemos la legitimidad de exigir poner las vidas en el centro, no solo durante la cuarentena, sino de forma definitiva.
Pero esto no es sino la mayor pelea contra el capital. Sin duda debe darse a muchas escalas. Ahora en el confinamiento, con la construcción y fortalecimiento de infraestructuras reproductivas que soporten la situación (con reparto de comida como en tantos barrios y lugares, por ejemplo), pero que también sirvan de mimbres organizativos para decir "no pagamos el alquiler", "no pagamos la hipoteca". Y que puedan confrontar al Estado, no tanto para pedir, como para poner límites a las derivas de control social y para repropiarse de los medios necesarios para vivir. ¿Qué sería apropiarnos de los medios de reproducción?
Tradicionalmente y hoy en muchos lugares, lo más basico es el acceso a un trozo de tierra para cultivar y a los comunes (agua, bosque), ¿cómo resuena esto aquí? ¿Qué relaciones hay que construir entre campo y ciudad? ¿Cómo resuena con las luchas por la vivienda? Respecto a los medios de reproducción colectiva estatales, ¿cómo revertir los recortes y ampliarlos des-estatalizándolos, comunizándolos? En los años setenta se exigía un salario para el trabajo doméstico, ahora una renta básica universal, ¿quién la va a pagar? ¿Que la paguen los agentes privados que obtienen beneficio del trabajo de todas las personas criadas hasta ahora de forma gratuita? ¿Cómo aunar una reducción de la jornada laboral con un reparto del trabajo y con la renta básica? ¿Cómo imponer estas medidas a unas elites que no se dejaran convencer por las buenas? ¿Qué tipo de frente, alianza, confederación necesitamos para ganarlo todo?
#AhoraEsCuando. Aprovechemos este momento de sacudida general para discutir prioridades y estrategias. Os presentamos este itinerario que hemos preparado sobre reproducción y capitalismo, desde los clásicos de Federici y Dalla Costa, parte de la Campaña por un salario por el trabajo doméstico, a análisis que ligan esta cuestión con los feminismos y sus transformaciones en las últimas décadas, desde textos que profundizan en los cuidados en su dimensión comunitaria a reflexiones sobre la renta básica.
No volveremos a la normalidad porque la normalidad es el problema.